8:35 AM. El centenar de policías está apostado a la entrada, cerca del detector de metales. Unos vestidos de azul, otros de negro. Adentro, en ese edificio de torre de tribunales, en Guatemala, está una celda de metal, con barillas que forman pequeños rombos y, al frente, una vidriera. Adentro están nueve personas procesadas por el crimen de tres diputados salvadoreños del Parlamento Centroamericano (PARLACEN) y su motorista.
9:02 AM. La voz pierde su dulzura cuando otea en los términos jurídicos. "Damos inicio a la presente audiencia". La sala cuadrada, a media iluminación, está llena. Minutos después me enteré que son peritos y testigos. El tribunal les asigna el día en que rendirán su declaración. Todos se retiran. La sala quedó un poco vacía. El calendario de declaraciones està listo hasta el cuatro de noviembre.
9:40 AM. El ex diputado Manuel Castillo, acusado de ser el autor intelectual de los crímenes, es llamado a declarar. Se declara inocente y acusa a una estructura delictiva enquistada en la Policìa Nacional Civil y el Ministerio de Gobernaciòn de Guatemala. La Fiscalía retoma un aburrido interrogatorio que se interrumpió con risas hasta la media tarde:
-¿En qué vehículo se conduce ahora?, pregunta el fiscal Edwin Marroquín.
El dueño de una camioneta Toyota, el mismo al que los medios de comunicación vinculaban con una lujosa Hummer que perteneció al cantante Luis Miguel, y que tiene dos propiedades en Jutiapa responde sereno:
-En una patrulla de la policía.
Todos ríen. La juez reprende al público. A las tres de la tarde, los interrogatorios aburridos regresan a la sala. Antes de salir de la sala, Castillo Medrano se sentò en uno de los asientos del pùblico y una pregunta sobre el diputado Horacio Rìos parece molestarle...
-¿Conoce al diputado Rìos?
-Usted pregunta como el Ministerio Pùblico...
-¿Conoce al diputado Rìos?
-Usted pregunta como el Ministerio Pùblico...
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