Thursday, October 07, 2010

Sin cabeza y sin ritmo

Mi amiga ecuatoriana me vendió muy bien el dulce de la curiosidad: una crónica, aderezada de ensayo y apuntes autobiográficos que retratan el cenit de la violencia del narcotráfico, en México. Sicarios aquí, cocaína allá. Corrupción tan surrealista como la brujería. Decapitados, impunidad. ¿Cómo resistir a una lectura que promete escudriñar desde diferentes aristas el gesto supremo de la atrocidad?.
Quizás, por eso, pensé que "El hombre sin cabeza" era un libro para leer sin descansos, de esos que te atrapan desde la primera hasta la última línea. Y aunque Sergio González Rodríguez logra algunas buenas pinceladas para describir y alternar los paisajes mexicanos con el mundillo de los carteles de la droga, creo que al texto le falta ritmo, orden y personajes para dirigir la mirada.
La contraportada -y mi amiga- reivindican la obra como una pieza periodística. Lamento, de nuevo, estimada Gaby, decir que al escrito le falta una pizca del condimento de este oficio: el rigor de las fuentes. ¿Acaso se necesita de una fuente anónima para decir que el problema se resuelve con el cumplimiento de la ley?. Yo creo que no... ¿o estoy perdiendo la cabeza?.

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