Thursday, April 29, 2010

Catch a fire, dos años después...

Día nublado y especialmente aburrido. El presidente Mauricio Funes llegó tarde, como siempre. Tras un largo discurso en Santa Tecla, en el que la palabra cambio sigue como eje central de su retórica, respondió de todo: de su pleito con el frente, de la delincuencia, de la crisis en los penales, de la elección del registrador.... Cosas de políticos. Todo está, según él, mejorando.
A las tres de la tarde logré escapar de ese laberinto de información. Casualmente, encontré en un rincón del computador el album que un amigo -amante de las farras nocturnas y de los excesos sin cargos de conciencia- me regaló hace dos años. Nunca lo escuché, hasta hoy que sobre San Salvador, sobre esta jungla periodística y de concreto, hay amenaza de lluvia: "No sun will shine in my day today". Marley y The Wailers siguen sonando. Faltan 11 tracks más, mientras tanto, las noticias sobre Funes que sigan esperando...

Friday, April 23, 2010

"Ministro, ¿cuál es su atributo para seguir en el cargo?"

El ministro Manuel Melgar de ayer, intentando impregnar de carisma su llamado a la responsabilidad colectiva ante el problema perseguidor y destructivo de la violencia y la delincuencia, fue el mismo de los últimos 62 días, desde cuando anunció la Política Nacional de Seguridad Pública. Son cinco ejes, dijo el funcionario, y cada uno de nosotros tiene un espacio en la práctica de esta política.
Represión de la violencia primero, prevención social después. Control de las cárceles, programa de atención a las víctimas, reformas legales... Melgar siguió explicando su plan tal como lo ha hecho frente a periodistas, empresarios y diplomáticos. Pero ese viernes de abril, a las 11 de la mañana, quienes lo escuchaban eran los jóvenes de Espacio Centroamérica y Caribe 2010, en San Salvador.
Compartía mesa con el padre Pepe Morataya; con el director de la película “Sin Nombre”, Pablo Bruno; con el ex director de la Policía Mauricio Sandoval; y con el sociólogo mexicano Héctor Castillo, quien logró empatía con los asistentes cuando criticó: “Los políticos hablan de que la juventud es el futuro, sin entender que son el presente”. Hubo aplausos, hubo movimientos de aceptación con la cabeza.
Sandoval habló unos minutos antes. Se abocó a la filosofía gala para decir que la seguridad ciudadana es básica para garantizar otros derechos. Recordé aquella aula universitaria donde un elocuente Dagoberto Gutiérrez hablaba sobre la Revolución Francesa, en 1789, como la reivindicación de los derechos políticos frente al poder absoluto de los monarcas y que, en otras cosas, nos heredó la figura de la Policía.
Finalizada la exposición, Castillo respondió una pregunta del moderador. Luego Morataya se dirigió a Melgar, pero el funcionario pidió escuchar a los jóvenes. Y acaparó la intervención. Una joven de Guatemala le preguntó sobre las muertes extrajudiciales, un joven salvadoreño sobre las leyes pasivas y la falta de un “plan concreto” contra la delincuencia. El ministro respondió con el mismo libreto: “Tenemos un plan de cinco ejes que estamos tratando de dinamizar”.
La tercera pregunta llevaba fuego. “Ministro”, comenzó una estudiante de la Escuela de Jóvenes Talentos en Negocios de la Universidad Dr. José Matías Delgado, “¿cuáles son sus atributos o cualidades para que el presidente lo mantenga en el cargo a pesar...?”
—Uufffff – la onomatopeya de los asistentes interrumpió la pregunta.
—Resolver el problema de la violencia y la delincuencia no es un asunto de una persona. No quisiera hablar de mis atributos, pero las personas que están en el Gabinete son honradas, capaces. Es un cargo de confianza que está a disposición del presidente.
Quizás por las pésimas noticias sobre la seguridad en los últimos días (el asesinato de tres docentes el martes en San Pablo Tacachico, el crimen de la esposa del agregado de INTERPOL, en la embajada de México, ayer) las preguntas sobre la eficacia del plan de seguridad seguían cayendo como gotas insistentes sobre la roca.
—¿Cuál es el plan de su gobierno a largo plazo? –preguntó otro estudiante.
—Estamos trabajando sobre cinco ejes y los voy a repetir – respondió Melgar con firmeza.
—No –dijo una mayoría. —Ya lo sabemos –balbuceó un joven sobre una tarima.
¿Ministro, convenció a los jóvenes?, se le preguntó al finalizar el foro. “Eso hay que preguntárselo a ellos, expuse lo que estamos haciendo. En unos minutos tan rápidos que le dan a uno, difícilmente se puede hablar de todo.”
No habló de todo, pero -según los participantes- de lo poco que habló le faltó una dosis de realismo y otra media parte de mea culpa. “Hubiera sido bueno que aceptara que a la implementación (del plan) todavía le falta resultados”, dijo Estefany Merino, una estudiante de la Universidad Técnológica de El Salvador. “Él lo pone como que el problema se estuviera solucionando cuando los jóvenes vemos que no es así”, opinó Francisco García, de la Universidad Andrés Bello.

Wednesday, April 21, 2010

Los alumnos lloran a sus maestros

El féretro del profesor Tomás Antonio estaba rodeado de flores y tarjetas. "Sentido pésame: de octavo grado A". A su alrededor una desordenada decena de adultos, de jóvenes, de niños intentan ver su rostro. Él tiene los ojos cerrados, como dormido; sus ex alumnos los tienen llorosos, aquejados por la pérdida de un ser querido.
El profesor de inglés e informática, el hijo de la ex alcaldesa -Tomasito, para sus allegados- fue asesinado junto a dos maestras del Centro Escolar El Ángel, hace apenas 48 horas. Un disparo en la cabeza dejó sus cuerpos tendidos sobre las piedras de una la quebrada, entre planicies que en algún tiempo se cubren de cañales, en San Juan Opico.
Frente al lugar de su velación está un parque. En el centro del parque está una iglesia y, a un costado, una concha acústica con listones negros. Es el corazón de San Pablo Tacachico, es -como muchos pueblos de El Salvador- un puñado de casas mixtas, con calles adoquinadas y una extensa zona rural donde falta agua, donde falta luz, donde faltan buenas calles y, por supuesto, donde falta seguridad pública.
Entre lágrimas y voces balbuceando el himno del maestro, Tomás Antonio fue sepultado hoy. Mañana, sin embargo, cuando el ministro de seguridad esté en un edificio con aire acondicionado hablando de los planes contra el crimen, en Tacachico habrá llanto de nuevo: Felipa y Marlene serán sepultadas. A manera de homenaje, los alumnos preparan una biografía de las víctimas y el canto del maestro... las lágrimas llegarán en un momento inesperado.

Tuesday, April 20, 2010

El lado oscuro de El Ángel

Luego de concluir su jornada de trabajo, entre las 5:30 y 6:00 de la tarde del lunes pasado, la directora y dos profesores del centro escolar El Ángel, en la zona rural de San Juan Opico, fueron privados de libertad y, minutos después, asesinados por disparos de un arma nueve milímetros en una quebrada de la hacienda Talcualhuya.
"Por el tipo de terreno, que es un río seco, está siendo un poco difícil la ubicación de la evidencia. Se está usando un detector de metales, por el momento, se han encontrado cinco casquillos", confirmó la fiscal Guadalupe de Chavarría. Junto a esa evidencia, entre las piedras y bajo la sombra de unos árboles, estaban tendidos boca abajo los cadáveres de Felipa Audelia Barillas Ayala de Murcia, de 45 años; su hermana Marlene del Carmen Barillas de Quijada, de 38; y Tomás Antonio Gómez Baldizón, de 40.
Felipa Audelia era, desde hace más de una década, la directora del centro escolar. Tan amigable como rígida, dicen los alumnos. Según una ordenanza municipal que reguló la comercialización de bebidas alcohólicas en San Pablo Tacachico, publicada en un Diario Oficial del 2005, también fue segunda regidora municipal por el partido ARENA. El lunes por la tarde dictó su última lección: "La profe que nos da lenguaje no llegó, así que ella nos dio la clase", dijo Nelson, un estudiante de séptimo grado.
Ella y su hermana Marlene del Carmen acostubraban a viajar en el vehículo sedán verde, propiedad de Tomás Antonio, el profesor de inglés e informática. "Como a las seis yo me fui al puente a esperar un amigo, entonces, pasó el carrito, pero no ví a nadie porque era vidrios polarizados. Martín venía como a 200 metros y él sí vio cuando cruzó hacia el potrero", relata William, alumno de octavo grado.
Desde el centro escolar El Ángel, rodeado de casas humildes, hay unos 400 metros hasta la carretera asfaltada que conduce a San Pablo Tacachico, el municipio de residencia de las tres víctimas. Pero lejos de regresar a sus casas, el vehículo se desvió hacia otro maltrecho camino, cruzó una planicie semidesértica que en algún tiempo fue cañal, se estacionó cerca de una hondonada y recorrieron a pie 300 metros más. "Creemos que fueron persuadidos u obligados a caminar hasta la zona (la quebrada)", dijo el comisionado Jaime Granados Umaña, jefe de la zona central de la Policía.
La búsqueda
Preocupados por la llegada del anocher y por la falta de noticias de los maestros, los familiares denunciaron a la Policía la desaparición, entre las 6:00 y las 6:30 de la tarde. Casi dos horas más tarde, los indicios ya apuntaban a que las víctimas estaban en algún lugar de las 2 mil 452 manzanas que conformaban la hacienda. "Como a las 8:30 encendí la luz de la calle porque pasaban y pasaban los carros, entonces me di cuenta que era la Policía la que andaba buscando aquí y en la otra entrada del caserío Las Arenas", recuerda una vendedora, quien pidió no ser identificada.

Friday, April 09, 2010

Los rezadores autorizados

Para huir de ese calor infernal de verano entré a la iglesia de San Antonio del Monte, Sonsonate. Mi mirada navegaba por la pared blanca -con un mural del santo ascendiendo al cielo-, por las velas, por las flores, por las imágenes de Jesús martirizado, cuando la señora gorda, sonriente, de vestido verde, se acercó a una familia sentada unos metros adelante.
Ella cantaba, ella rezaba y los otros respondían. Al final guardó su rosario, extendió su mano y recibió unos billetes verdes. Luego se acercó a mi madre y sus acompañantes: ¿Vamos a orar?, ¿Es por acción de gracia?, ¿Es para bendición de la familia?. Mi madre asintió con la cabeza.
La señora sacó su rosario, se colocó un pequeño carnet blanco sobre el pecho, y comenzó de nuevo: Ella cantaba, ella rezaba y mi familia respondía. En la otra fila de bancas, el hombre de cabello canoso, moreno, de apariencia humilde, terminaba la oración respectiva y recibía de los devotos dos dólares. Salió de la iglesia y sobre su pecho ví el mismo carné que llevaba la señora sonriente: Rezador autorizado. Ellos siguieron con las plegarias, mientras que yo y la impaciente Emely regresamos al calor infernal del verano...