Dice Nicolás Jacinto Martínez que ya estaba rendido de buscar a su hijo por los cerros, los matorrales, las quebradas y las veredas aledañas al cantón Las Crucitas, en Panchimalco. "Yo estaba esperanzado que él anduviera lejos, que tal vez volvía, pero no fue posible". Mientras él habla con los ojos llorosos, el rostro fatigado y esa sensación de espíritu destrozado, personal de la Policía cava en una ladera, al lado de un cerco de la finca Los Ángeles, donde fue localizado el cadáver de Roberto Carlos Jacinto Ramos, un estudiante de segundo año de bachillerato que desapareció el viernes.
Jacinto Ramos tenía 19 años y vendía pan. Ese viernes se levantó a las cuatro de la mañana y después de repartir el producto en el cantón Los Troncones -hasta $25 diarios-, se fue a clases al complejo educativo San Isidro, donde cursaba segundo año de bachillerato general. A las seis de la tarde regresó a su casa, se quitó la guayabera del uniforme y se fue a la procesión del vía crucis. Ya no regresó.
Entrada la noche, su padre y su hermana le llamaron insistentemente al celular, pero no contestó. Lo buscaron en las veredas, en los hospitales, en la Policía. "Venía con la esperanza de verlo a la orilla del camino, pero no fue así", dice su padre. Él cadáver fue encontrado cerca de su casa, a unos 300 metros, en una propiedad privada. Estaba semienterrado -medio metro de profundidad, según un policía que custodiaba la escena-, cubierto con ojas secas.
La perseverancia del padre encontró a su hijo. Era la tercera vez que Nicolás pasaba por ese cerro cubierto de zacate y mozotes. "Me subí en el cerco y me tiré un brinco. Ahí localicé un entierro y como yo había perdido a mi hijo pensé que él era y empecé a tocarlo y ya está bien flojita la tierra". La Policía llegó al lugar a las cuatro de la tarde del miércoles, pero Fiscalía y Medicina Legal realizaron el reconocimiento del cadáver hasta ayer.
Nicolás reconoció a su hijo por el pantalón del uniforme, esa prenda que hoy le representa una aspiración rota. "Él estudiaba y su idea era seguir su carrera, así soñaba, pero no fue posible". Roberto Carlos deja en la orfandad a una niña de cinco meses.
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